Bubbles (Burbujas) Darlene

Aunque a luz del tiempo, y sobre todo para los que no la conocieron, pareciera otra cosa, la Habana era una ciudad tranquila en los años ´50 del pasado siglo. Al menos para el ciudadano común y corriente, el de a pie.Es cierto que la policía de Batista hacía horrores y el 26 de Julio otro tanto, es cierto también que los estudiantes universitarios alborotaban de vez en cuando y llegaron a tomar las armas alguna vez, pero en sentido general todo quedaba entre ellos... la policía de Batista por un lado asesinaba a los revolucionarios y los revolucionarios intentaban asesinar a Batista y todo lo que oliera a batistiano, especialmente su policía.

Hasta que llegó a finales del ´57 o principios del ´58 la famosa consigna del 26 de Julio de 03C (Cero compras, cero cine, cero cabaret) se podía caminar por las calles de la Habana sin mucha preocupación. La delincuencia era mínima. sólo algún que otro carterista o algún ratero que trabajaba el descuido de algún inocente.


Ese día de verano era como otro cualquiera. Las guaguas pasaban una tras otra. La gente se dirigía hacia su trabajo o venía de él. Algunos transeuntes se detenían en las vidrieras para ver el último modelo de televisor, que entonces era un furor. Las mujeres se desvivían por los nuevos modelos de ropa y zapatos frente a los escaparates de las tiendas, y todos, sin excepción, se quejaban de un calor del coño de su madre. Era un mediodía y el sol derretía el asfalto de las calles del centro de la Habana.


De momento, un carro se detiene en una de las vías más céntricas y del mismo se baja una hermosa rubia vestida solamente con un blumer negro, una capa de agua transparente y una sombrilla. Con la mayor tranquilidad y una sonrisa comienza a caminar por la acera contoneándo su busto talla 37 al aire y luciendo un más que respetable trasero.


Ahí mismo se formó el titingó. La gente, especialmente los hombres, se arremolinaron tras ella y la seguían lanzándole piropos y alguna que otra obscenidad. El tránsito se detuvo provocando un tranque vigueta. La gente sacaba la cabeza por las ventanillas de las guaguas para no perderse el espectáculo. Algunos se subían en el techo de los automóviles para ver de refilón a la rubia encuera. Algunas madres le tapaban los ojos a sus hijos para que no vieran tetas y culos antes de tiempo. Y mientras más gente acudía a ver el show, más se generalizaba el caos.


Al poco rato el aullido de las sirenas de las perseguidoras llamó a la gente a capítulo. Al llegar, de dos de ellas se bajó la jara vestida de azul con los toletes en la mano. Rodearon a la encueruza caminadora y rapidamente la metieron en una de las perseguidoras, llevándosela seguramente a una estación de policía.

Inmediatamente los noticieros de radio y televisión dieron la noticia. Los periódicos vespertinos de ese día destacaron en primera plana el suceso, como también lo hicieron los periódicos de la mañana al día siguiente. Don Galaor entrevistó a la causante del escándalo para la revista Bohemia y durante unos días le gente se olvidó del calor, de la inestabilidad política y de los problemas cotidianos para prestar atención a lo que se había convertido en la comidilla del día.


La causante de todo este alboroto fue una bailarina exótica (léase stripper) norteamericana de nombre teatral Bubbles (Burbujas) Darlene de quien se dice tenía el cuerpo más fabuloso entre las bailarinas exóticas de la época y que recibió ese nombre porque era "efervescente" según su manager.


A la Bubbles la multaron con 200 pesos por exposición indecente e incitar un desorden. Multa que pagó alegremente porque según ella de haber tenido que pagar la propaganda que recibió le hubiera costado mucho más. Cuentan que cuando la policía le preguntó porqué había hecho lo que hizo, contestó que se encontraba en su hotel, que hacía mucho calor y que en ese momento pasaban por radio el cha cha cha "La Engañadora" y que ella quiso demostrar que todas las mujeres ni usaban almohaditas, ni engañaban...